lunes, 5 de diciembre de 2016

TSU en Producción de Medios de la Aldea Alberto Adriani

El objetivo de todo estudiante es lograr graduarse, en el caso de la Universidad Bolivariana de Venezuela, en la carrera de Comunicación Social, primero de Técnico Superior Universitario en Producción de Medios y luego continuar hacia la Licenciatura.

Como este Blogspot es U.B. de V. en Gráficas, pues aquí están. 

Felicitaciones Kelis 

(Texto y Fotos:Jorge Ramón Ramírez)









 

martes, 8 de noviembre de 2016

Pretendida reforma a la Ley de Telecominicaciones-Radio del Sur

https://laradiodelsur.com.ve/2016/11/07/reforma-a-ley-de-telecomunicaciones-es-ataque-a-medios-comunitarios/

En octubre de 2016 en Venezuela la derecha parlamentaria aprobó una reforma a la Ley Orgánica de Telecomunicaciones. El texto es un frankestein jurídico. Esta reforma privatiza el espectro radioeléctrico y representa un duro golpe para los medios alternativos y comunitarios.
Para analizar esta reforma de ley, conversamos con la periodista, abogada y especialista en derecho constitucional María Alejandra Díaz. La entrevista se realizó para la sexta edición de Alternativos y Comunitarios y se divulgó en noviembre de 2016. A continuación puedes escuchar la conversación completa con María Alejandra Díaz

Esta sexta edición de Alternativos y Comunitarios también trae:
+ Mundo: Según Unesco, 96% de delitos contra libertad de expresión afecta a medios de comunicación locales y comunitarios. AMARC lanza campaña para reducir la impunidad de estos delitos.
+ América Latina: 300 emisoras cierran filas para combatir brote de Zica.
+ Uruguay: todo un éxito edición 20 del Encuentro Nacional de Medios Comunitarios, Alternativos y Populares.
+ Venezuela: derecha parlamentaria impulsa polémica reforma a la Ley de Telecomunicaciones. Medios alternativos rechazan contenido de esta reforma.
+ Venezuela: avanza registro de medios comunitarios y alternativos en Conatel.
+ Venezuela: nace “Radio Miraflores, la voz de la verdad”
+ Venezuela: surge “Manifies.to” primera red social hecha en el país y montada totalmente en software libre.
+ Venezuela: Radio Comunitaria y Deportiva Urquía 97.5 FM celebró 10 años de transmisiones
+ Música: Calle 13 y Todo se mueve
+ El rincón de la conversa: entrevista a la periodista, abogada y especialista en derecho constitucional María Alejandra Díaz sobre reforma a la ley de telecomunicaciones impulsada por la derecha parlamentaria.
+ El corcho: nuevas ediciones de Artillero del Pensamiento, Krayak y Diario Gran Cacique Chacao. Además, Comuna insurgente El Panal 2021 estrena noticiero audiovisual por Youtube y transmitido por Alba TV de la TDA de Venezuela.
“Alternativos y Comunitarios” es una cápsula mensual producida por la Radio del Sur desde Caracas Venezuela.
Se retransmite en Venezuela por Radio Comunitaria Líder de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui; Radio Frontina de Santo Domingo, estado Mérida; Radio Comunitaria Unare en Puerto Ordaz, estado Bolívar y Radio Urimare en Carúpano, estado Sucre. En el exterior se retransmite por Radio Temblor de Panamá; Radio Amlo de México; Radio Gaviota de Uruguay; y por internet a través de Corresponsales del Pueblo y Radio contacto Sur.

https://youtu.be/zXrN_Arnnvw

martes, 27 de septiembre de 2016

Periodistas que escriben para satifacer su ego...

 http://www.clasesdeperiodismo.com/2016/09/27/periodismo-de-periodistas-y-si-dejamos-de-lado-nuestros-infladisimos-egos/
 
Por Diego Salazar (*)
El periodismo es un oficio cuya labor consiste, básicamente, en compilar, procesar, producir y distribuir información, para lo cual los periodistas han de sumergirse a distintos niveles de profundidad en un asunto, un evento o una historia para salir a flote unas horas, días, meses o incluso años después con un relato y –a veces– una explicación coherentes. Son esa dedicación y esa vena narrativa las que, entre otras razones, lo hacen más susceptible que otros gremios a la autocontemplación, el ombliguismo, la grandilocuencia del propio relato y la exageración de su propia importancia.
Los periodistas buscamos llamar a como dé lugar –casi literalmente– la atención de los lectores sobre el contenido que producimos, más aun en tiempos en los que debemos competir por esa atención con un sinfín de productos culturales muchas veces más entretenidos y de consumo más inmediato.
No es que la tendencia al sensacionalismo sea algo nuevo en la prensa, de hecho ese afán por “presentar historias de una forma orientada a conseguir el interés y excitación del público a costa de la precisión” (según la definición del Oxford Dictionary) ha estado siempre entretejido con el oficio, pero no es difícil argumentar que de un tiempo a esta parte los periodistas –ahí están todos esos titulares regados en páginas web repletos de palabras como “mejor”, “peor”, “más”, “increíble”, etc.– convertimos con demasiada frecuencia cualquier escaramuza trivial en una epopeya homérica.
Si hacemos eso con otros temas, a los que dedicamos un periodo siempre limitado de nuestro tiempo y nuestras vidas, ¿qué no haremos con EL tema al que no podemos rehuir, al que no podemos dejar de prestar atención incluso si quisiéramos: nosotros mismos?
El llamado periodismo de periodistas por lo general no interesa a nadie más que a los periodistas y sus amigos, o a aquellos que aspiran a ser una u otra cosa. Sin embargo, las redes sociales y su burbuja de filtro han conseguido crear la ilusión de que a la audiencia le importa lo que el medio A diga del medio B, que la pulla que el periodista X le lanza a la periodista Z, no solo tienen relevancia –y casi nunca la tienen– sino que hay un público interesado en ese tipo de “información”.
Esto, claro, no es verdad. Ocurre, para hablar de las dos redes sociales más pobladas, que en Facebook –como en la vida real pero con mayor intensidad– solemos relacionarnos con aquellos que son como nosotros, y que Twitter, cuya incidencia real entre los usuarios de Internet es bajísima (en Perú solo el 17% de las personas conectadas tienen una cuenta, frente al 90% en Facebook) está repleto de periodistas o aspirantes a periodistas.
Hace dos años, la editora de audiencias de Perú21, Esther Vargas, y yo hicimos una apuesta informal sobre este tema. Por entonces no trabajábamos juntos aún, y en algún foro, no recuerdo si virtual o presencial, habíamos discutido sobre la importancia de Twitter. Poco tiempo después nos encontramos en un seminario de periodismo digital, donde no habíamos más de 300 personas en la sala de conferencias de un hotel de San Isidro. Para probar mi punto, le aposté que en menos de una hora el hashtag –un acrónimo insulso– propuesto por los organizadores del evento escalaría hasta los cinco primeros puestos de los trending topics locales. Creo que bastaron 30 minutos. 300 personas, todas con un teléfono o un iPad conectado, reunidas para hablar casi en exclusiva de lo maravillosamente bien que hacíamos nuestro trabajo, lo ingrato que era el público y cómo eso afectaba a la industria periodística, nos habíamos bastado para generar la ilusión de que había una audiencia interesadísima en lo que comentábamos.
Existen excepciones, claro. Hay ocasiones en que las personas de a pie se interesan de forma masiva en un periodista o medio hechos noticia. Por lo general, el interés en realidad tiene que ver con la naturaleza criminal o sexual –cuando no ambas– de la historia más que con cualquier discusión deontológica. En casi todos los demás casos, los periodistas haríamos bien en utilizar los medios a nuestra disposición para proseguir y profundizar en nuestra labor de compilar, procesar, producir y distribuir información relevante para el público, aun a costa de dejar de lado nuestros infladísimos egos, y tratar nuestras batallitas y trifulcas personales de la misma forma en que las trataría un zapatero o un médico.
(*) Diego Salazar es editor multiplataforma en el diario Perú21.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Zapateando sobre el cadáver del periodismo

Zapateando sobre el cadáver del periodismo

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Primero lo secuestraron y más tarde lo mataron. Una vez muerto el periodismo, el chisme y el rumor ocuparon su lugar vestidos de páginas web de noticias, una especie trampa atrapa clics insaciables, cada clic un billete para el cochinito.
Los titulares que conocíamos, aquellos que nos abrían la puerta a la noticia, por ejemplo “Decretado aumento de salario”, se convirtieron en cosas como “¡Horror! Sepa por qué el aumento nos hará más pobres (FOTOS FUERTES)”. Siempre unas fotos fuertes, aunque al final no lo sean, para generar tráfico en la web. Luego el texto de la noticia, una serie de brinquitos alrededor de la realidad, llenos de runrunes, de conjeturas que ahora llaman “análisis”, de opiniones, siempre de un solo conveniente lado, y de cálculos halados de los pelos de otra página web de “noticias” de donde toman el precio del dólar.
Las notiwebs proliferan al punto de epidemia. Se contagian por las redes sociales y se vuelven “virales”. Mientras más virales más clics y mientras más clics más dinero. Pero no todo es dinero, también hay un fin político: echar su cuota de mierda en el pozo séptico de la guerra mediática contra Venezuela. Nada es inocente.
Los grandes medios tradicionales que en perfecta sincronía han generado matrices contra gobiernos no sumisos hasta lograr borrar países enteros del mapa, ahora toman como fuente cualquier cosa que se publique en cualquier web de noticias asumiendo, contrariamente a la razón, que si sale en internet tiene que ser verdad; aunque que si no lo es, poco les importa, mientras la mentira sirva a sus objetivos.
Solo en esta semana y en cosa de tres días, supimos que Visa se iba de Venezuela. No hubo medio que no anunciara horrorizado ese que ¡Dios mío ¿qué vamos a hacer? Visa se va y para todo lo demás Master Card! Luego el desmentido de Visa que casi nadie publicó. De Visa a la falsa orden de captura del alcalde de Maturín que llegó hasta en noticiero de Antena 3 de España, siempre tan pendiente de nosotros. Por cierto, ese mismo alcalde que sería detenido, un día después del escándalo noticioso, estaba tranquilazo inaugurando una exposición de los dibujos de Leopoldo allá en Maturín. Las mismas páginas que alertaron sobre su posible arresto, hechas las locas y como si nada, cubrían el evento artístico. Tan artístico el evento como periodísticas son esas webs.
Para cerrar la semana (des)informativa con broche de oro, nos sirven de desayuno dominical a Daniela, la hija de Diosdado. “Vea la vida de lujos se da Daniela Cabello en Madrid (+Fotos)”, dice una notiweb y de ahí la “noticia” salta a un sin fin de notiwebitas, porque no hay nada más importante que saber qué hacen los hijos de los diputados chavistas y más si de Diosdado se trata. Es tan importante que, de salto en salto, la nota web termina aterrizando en la página de Globovisión, un canal de TV que insiste en cojear de la misma pata. Así, manteniendo y honrando el legado de Ravell, Globovisión copia y pega la nefasta nota como ahora la copio y pego yo:
“La hija del diputado de la Asamblea, Diosdado Cabello, fue vista en el Centro Comercial Xanadú que se encuentra en las afueras de Madrid. Daniela Cabello se encontraba con dos amigas, nada más y nada menos que comprando zapatos en la cadena nacional Marypaz. Esta cadena vende zapatos de hasta 30 euros que son 34.598 bolívares fuertes, casi la totalidad de los tickets de alimentación que cobra un venezolano tras un mes de trabajo.”
Así me entero de la verdadera y horrorosa noticia: Que Diosdado, tal como lo han repetido esas paginitas millones de veces, si es el hombre más rico de Venezuela, entonces, definitivamente, es también el más pichirre. Mira que poner a su hija a comprar en una zapatería chimba de centro comercial, donde el zapato más caro cuesta solo 30 euros, cuando, ya estando en Madrid, en la calle Serrano, con dos mil euritos, la muchacha podría comprarse unos famosísimos Manolo Blahnik.
Diosdado tendría mucho que aprender de Ramos Allup, papá generoso que manda a sus hijos a comprar zapatos carísimos en las exclusivas boutiques de Bal Harbour, en Miami. Claro, que para las notiwebs, cuando de los hijos de un político opositor se trata, comprar cosas carísimas fuera del país nunca será una noticia con (IMÁGENES FUERTES) porque los hijos son sagrados. En todo caso, si vas a hablar de hijos y los chamos son hijos del adeco, los reseñas con empalagosos titulares: “Conozca a los solteros más codiciados, herederos del motor arrechísimo de su papá (+CONMOVEDOR VIDEO)”
No solo mataron al periodismo, también dejaron bien claro que su cacareada consigna de “Con mis hijos no te metas” no aplica si el hijo es de algún chavista.

viernes, 2 de septiembre de 2016

“No se han atrevido a defender a Venezuela de la visión de los medios” Marta Harneker



Marta Harnecker y la izquierda latinoamericana
“No se han atrevido a defender a Venezuela de la visión de los medios”

El Desconcierto


De visita en su país natal - Chile - para lanzar su último libro, la sicóloga y promotora del marxismo desde hace décadas aprovechó de hablar con El Desconcierto sobre el significado del socialismo del siglo XXI, la actualidad latinoamericana y el ciclo adverso que se observa para la izquierda en la región.
“No voy a comentar de contingencia política chilena, no porque no quiera sino porque no la ha seguido atentamente”, explica Marta Harnecker, chilena nacida en 1937, psicóloga de profesión y autora de “ Los conceptos elementales del materialismo histórico”, uno de los manuales de marxismo más reproducidos en el continente: más de 67 ediciones y probablemente muchas más vía fotocopia en facultades. Llegó la semana para promover su último libro, “Planificando para construir organización comunitaria”, escrito junto al español José Juan Bartolomé y publicado por Ediciones El Desconcierto (Santiago de Chile).
“Recién dos días antes de venir supe que Marco (N. de la R.: Enríquez-Ominami) está acusado de corrupción y que Lagos era posible candidato, lo que no me imaginé nunca”, cuenta Harnecker para graficar su desconexión de la política chilena. El lunes se reunió con distintos dirigentes del movimiento estudiantil y quedó asombrada de la cantidad de mujeres dirigentes: “En mi época las mujeres no aparecían para nada”, explica, para aclarar que ella no tuvo ninguna formación feminista en un principio. “Yo nunca pensé siquiera que me podían discriminar por ser mujer”, cuenta.
Marta Harnecker militó primero en la Acción Católica, grupo al que representó en un viaje a La Habana, Cuba, en 1960. “Lo que pasa es que soy bastante organizada y productiva, y mis servicios siempre se requerían en la Federación de Estudiantes, qué se yo, nunca tuve que pelear”. Su encuentro con el feminismo, cuenta, vino mucho después, en la década de los ‘80. “Aprendí del feminismo no por lecturas, sino que por las comandantes guerrilleras de Centroamérica. Las mujeres guerrilleras habían demostrado y permeado con los ideales feministas a los movimientos y en mis libros empezaron a aparecer porque los vi en la práctica”, relata.
Si bien la escritora destaca la gran cantidad de mujeres dirigentas, critica que desde su última visita, en 2012, aún no se haya constituido una alternativa de izquierda. Su última visita fue unos meses después de finalizadas las grandes manifestaciones estudiantiles. “Me devolvieron la esperanza que yo había perdido en mi país”, cuenta, relatando que en sus entrevistas con los dirigentes estudiantiles le quedó clara una visión de que no bastaba con las movilizaciones, sino que había necesidad de un instrumento político. “Pero, ¿qué pasó en todo este tiempo? Empezaron a fundar pequeñas agrupaciones, lo que me parece triste, puesto que se perdió la posibilidad de avanzar. Hoy, por lo que veo, es claro que se necesita una alternativa que no puede ser el partido clásico, sino que un instrumento articulador y orientador del proceso que probablemente tendrá que ser plural y muy flexible”, aventura.
El socialismo del siglo XXI según Harnecker El diálogo entre la práctica cotidiana de los movimientos sociales y sus resultados es el origen de la mayoría de las más de 80 publicaciones que ha hecho entre 1980 y 2016. Por eso, a Marta Harnecker no le gusta que la definan como una académica o teórica marxista, como sucede cada vez que viene a Chile. “Yo soy una educadora popular”, explica, agregando que ella siempre dice que tiene genes pedagógicos por sus abuelos. “Ellos, que vendrían siendo lo único alemán que tengo -porque no soy nada alemana-, fueron fundadores de las escuelas normalistas aquí en Chile”, cuenta.
Marta se fue de Chile en 1961, becada para asistir a la École Normale de París, donde fue discípula de Louis Althusser. “Siempre he tenido necesidad de comunicar. Cuando estaba en París yo hacía cartas colectivas a máquina de escribir, para poder contar todo lo que estaba aprendiendo, de a doce copias”, cuenta. Con el tiempo, esas anotaciones y cartas se transformaron en el libro “Los conceptos elementales del materialismo histórico”, publicado oficialmente por primera vez en 1969 en México. “Yo quería explicar el enfoque que tenía Althusser del marxismo, que a mi me dejó fascinada. Y luego vi que había ciertos capítulos del libro que eran demasiado abstractos como para quienes no tenían formación académica e ideamos los textos más pedagógicos”, explica. Para ella la sistematización pedagógica de la teoría es un oficio similar a la traducción: “hay un arte en lograr que la gente sin formación académica entienda la teoría”, dice.
“Me interesa registrar las experiencias más positivas, porque creo que describiendo y registrando tú das posibilidades de imaginar un nuevo mundo, lo que es el fin de mi trabajo: transformar este mundo a uno democrático, socialista, lo que llamamos el socialismo del siglo XXI”. Y el origen de su último libro es ese: la sistematización de varios procesos comunitarios en Ecuador, Venezuela y el estado indio de Kerala, que tuvo un proceso democrático al socialismo incluso antes que Allende, en 1957. Desde entonces tiene un carácter distinto al resto de India.
“Mi idea con estos libros es que la gente sepa que existen estas experiencias. La tarea fundamental de los militantes de hoy es ser facilitadores de la organización popular y la planificación participativa en comunidad te permite ese acercamiento”, explica.
“Un punto importante es que con estas ideas los gobernantes se fascinan al ver las mejores expresiones prácticas y empiezan a querer realizarlas antes de una maduración que se debe dar en la práctica. Porque en Venezuela ahora tenemos miles de consejos comunales, pero de esas las comunas modelo son una minoría respecto al total”, apunta. También ejemplifica con las empresas estatizadas por el gobierno venezolano: “Esas experiencias tan bonitas se vieron frustradas en gran medida. Y lo que hoy transmite la prensa internacional es que no hay que expropiar porque los trabajadores no sirven para administrar. Pero el problema fue de la burocracia estatal que llegó a gerenciar y no entendió que la cogestión es un proceso que requiere educación y formación, porque para gerenciar requieres conocimiento. No se preparó a los trabajadores, llegó la burocracia y hay problemas serios. Y la derecha lo está aprovechando”, añade.
El difícil momento de la izquierda latinoamericana
Cristina Fernandez, Nicolas Maduro, Dilma Rousseff, Evo Morales
Cuando se realizó esta entrevista la destitución parlamentaria de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, aún estaba en proceso. Aún así la tendencia ya era clara y, en la conversación, Marta Harnecker la incluía dentro de lo que, para ella, es un retroceso a nivel latinoamericano y que amenaza un ciclo de ascenso de la izquierda que inició con la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 en Venezuela.
¿Existe capacidad de recuperación en el Partido de los Trabajadores de Brasil?
“Hace como un mes leí un documento bastante bueno de la dirección del PT, muy autocrítico, y puedo decir que esto ha conmovido. Como que estaban muy instalados y confiados y la cosa no es tan fácil: si no trabajamos bien llega la derecha, que tiene mucha más experiencia en reconquistar y mantener su poder que nosotros, que estamos siempre a la defensiva”.
En Venezuela se observa un gobierno imposibilitado de gobernar y una oposición que no busca ningún tipo de diálogo. ¿Qué salidas hay?
“Es una oposición relativamente fuerte, porque hay contradicciones enormes entre un sector de la oposición que es racional y una como la de Ramos Ayub, que de repente hace muy buenos discursos y después saca unas locuras. El gran problema, y lo han visto desde el Papa hasta Zapatero, es que hay una idiosincrasia en que el ataque verbal es un instrumento político”.
Para Harnecker, eso impide construir un bloque amplio que devuelva Venezuela a la normalidad. “Ese bloque amplio no puede ser muy radical, porque el proceso bolivariano no es hoy lo suficientemente fuerte como para proponer cambios radicales. A veces, en lugar de analizar los problemas, se persiste. La correlación de fuerzas después de las elecciones te daba una señal, y esa señal había que darla ampliando el frente político”, explica. En su mirada, también falló la comunicación política del difícil ciclo económico que se avecinaba: “hay quienes piensan que los problemas no hay que decírselos al pueblo porque se puede deprimir, qué se yo. Yo creo todo lo contrario, nuestros pueblos son lo suficientemente inteligentes como para entender. Eso también tiene que ir acompañado por un ejemplo de la dirección. Por ejemplo, si le exiges austeridad al pueblo tienes que partir con el ejemplo”.
¿Qué efecto podría tener un cambio de dirección en Venezuela?
“Venezuela fue el inicio del ciclo de cambio en America Latina y si cayera el proceso sería un golpe muy muy grande. La izquierda no se ha atrevido a defender a Venezuela de la visión de los medios, y en eso hay oportunismo porque hay que estar en las buenas y en las malas y hay que retribuir la solidaridad recibida. Ahora, yo creo que la siembra de Chávez, el proceso, por muy imperfecto que sea, aún así ha marcado a la gente. Tengo esperanza de que esa maduración que vi en el sujeto popular cuando empezó mi ir y venir con Venezuela, toda esa gente a la que se le dio la oportunidad de estudiar, pensar, decidir, incidir, que canalizaban las cosas y tenían una gran autoestima, se enorgullecían de su gobierno, han madurado y creo que defenderán el proceso”.
Las malas prácticas son otro tema que tomó especial relevancia en el caso de Brasil. ¿Cómo ha aportado esto a que la gente vea como símiles a la izquierda y la derecha?
“La gente ve que nuestra vida no tiene coherencia con nuestro discurso. Estamos difundiendo un proyecto democrático y somos autoritarios, un proyecto solidario y somos egoístas. La gente ve palabras iguales, actos iguales, clientelismo, carrerismo -o sea, peleas por los puestos- tanto en la izquierda como en la derecha y aumenta su escepticismo y eso le conviene a la derecha. Además, existe un gran escepticismo por la política y los políticos porque, primero, la derecha se ha apropiado de nuestro lenguaje desde hace varios años. Hoy es mucho peor: escuché a Macri cuando se presentó como candidato y era hasta potable. Y por nuestro lado, cuando nos critican o atacan, nos defendemos señalando el imperialismo, que existe por supuesto, pero además de eso tenemos nuestras fallas y no las mencionamos”.
Pese a esto, Marta Harnecker es optimista respecto a la capacidad de recuperación de los proyectos de la izquierda latinoamericana.”La realidad choca y por eso hoy tengo esperanza aún cuando estamos retrocediendo ese proceso de ascenso que teníamos en algunos países”. En su mirada es lo que ya está pasando en Argentina: “Macri y su discurso chocan con la realidad y la gente está empezando a reaccionar”.
www.eldesconcierto.cl/pais-desconcertado/2016/09/01/marta-harnecker-y-la-izquierda-latinoamericana-no-se-han-atrevido-a-defender-a-venezuela-de-la-vision-de-los-medios/

domingo, 22 de noviembre de 2015

La entrevista y sus formatos (III)

M. A. Bastenier: La entrevista y sus formatos (III)

M. A. BastenierDecía en un artículo anterior que clasifico la entrevista dentro del amplio contenedor que es el reportaje, o la información directa que se hace de una persona, normalmente en su medio. Y son tres los formatos fundamentales en que se nos aparece este, digamos, subgénero. De menor a mayor, entrevista temática, pregunta-respuesta, y romanceada o narrativa.
La temática se emplea muy poco, básicamente en la prensa norteamericana. Se hace a expertos que no tengan especial relieve como personalidad fuera de su ámbito. Partimos de una entradilla breve, de presentación, y solo mínimamente de la persona, agrupando respuestas en bloques temáticos. Así, sobre Economía, por ejemplo, reunimos todo lo que de interés dijera el entrevistado y seguimos de corrido hasta el final.
La fórmula más común puede ser la de pregunta-respuesta, que trabaja sobre la ilusión de que aquello ha ocurrido tal como lo leemos, lo que es, sin embargo, absolutamente falso. Tras la entradilla, que será mucho más personal que en el caso anterior, aparece lo que puede tener aspecto de diálogo, pero no lo es. Hemos hablado con el entrevistado, probablemente un político que es con quien se supone que debemos ser más fácticos, y lo que de verdad cuenta no es lo que le hayamos preguntado, sino sus respuestas. Quiero decir que nuestras preguntas no tienen por qué reflejarse en el papel. En primer lugar, el personaje contestará lo que quiera, cuando quiera, y en la grabación o en las notas que hayamos tomado, aunque siempre con la red de seguridad de la grabación, buscaremos unas respuestas que aparecerán troceadas, en rachas o ráfagas. Y en segundo lugar, una vez que hemos decidido cuáles son las respuestas que nos interesan las agruparemos en bloques, y determinaremos —y solo entonces— qué pregunta corresponde a cada una de esas contestaciones. Preguntas funcionales, cortas, sin diálogo, ni zalamerías. Y eso es así porque lo que ofrecemos al lector no es un pugilato, ni un diálogo entre grandes potencias, sino lo que tiene que decir, escuetamente, el entrevistado. Por eso sostengo que la entrevista pregunta-respuesta es una ficción veraz, puesto que no ocurrió como su presentación indica, aunque no por ello tiene que responder menos fielmente a lo que quería decir el entrevistado.
Y la paradoja es que la entrevista narrativa, aquella en la que contamos el encuentro con el personaje, entrecomillando únicamente lo que nos parezca especialmente relevante, es mucho más realista que la aparente literalidad magnetofónica del formato anterior. Aún más, aunque siempre tiremos de grabadora por razones deontológicas, nos hará mucha menos falta grabar lo hablado que en el caso de la pregunta-respuesta, ya que de las contestaciones importantes habremos tomado nota a mano, y a partir de ellas reconstruiremos una visita de la que interesará, como decían de Velázquez que pintaba el aire, reproducir un ambiente tanto como consignar unas declaraciones; precisamente, aquello que no hay máquina capaz de registrar. Se suele opinar que este formato es más propio para personajes de la cultura, y la prensa británica es el que emplea de ordinario.
No pienso que sea buena idea combinar los formatos anteriores; si practicamos la pregunta-respuesta, cuanto antes lleguemos al entrecomillado, mejor, sin que el autor pueda apostillar en ningún caso, salvo en forma de repregunta. Y si es romanceada entrecomillemos cuanto antes algo de lo que dijo para que el lector sepa rápidamente de qué va la vaina.
Por último, con esta minúscula cartografía de la entrevista no pretendo ni mucho menos agotar el recetario. La entrevista debe ser en el diario impreso un gran recurso de calidad, toda una declaración de intenciones del periódico, en la misma medida en que si cedemos un espacio para que lo colonice una voz ajena, esta tiene que justificar con sus respuestas hasta el último suspiro del encuentro; que el papel está muy caro. Y en una posterior entrega, hablaremos de la entrevista multimedia, que no es otro periodismo, sino el mismo pero con muchos más y mejores medios.
Fuente: 21-11-2015

domingo, 8 de noviembre de 2015

Géneros periodísticos: La entrevista

M. A. Bastenier  Géneros periodísticos: La entrevista (II)

Yo clasifico la entrevista como subgénero dentro del contenedor que llamamos reportaje, porque es el reportaje a una persona, una visita a la realidad constituida por el contexto de vida del sujeto, su formación, intereses y lo que se tercie. Pero si me dicen que la entrevista es un género per se, no lo discutiría porque los géneros son tan solo la superposición de un mapa, siempre teórico, sobre la materialidad del trabajo periodístico, aquello que nos permite saber qué buscamos y, así, operar mejor.
Una entrevista a alguien prominente, en lo que podríamos llamar gran formato, probablemente página entera, debería ser tanto como la indagación de un problema, conflicto o situación, el esbozo de un perfil. El personaje sabe ciertas cosas que comunica, pero la forma de hacerlo, la jerarquización de sus preferencias, sus hábitos, cuando se imbriquen en esos contextos, forman parte esencial de la pesquisa; y digo pesquisa porque no es un diálogo, sino un educado interrogatorio que no debe parecerlo; no se trata de dos potencias retándose a ver quién es más listo, como ocurre más de lo necesario, sino el encuentro entre un investigador y el objeto de esa investigación.
Probablemente hay tantos teóricos de la entrevista como entrevistadores contumaces, y yo no soy una excepción. Por eso desgranaré cuatro ideas sobre lo que creo que conviene y no conviene hacer. La práctica totalidad de mis entrevistas lo han sido a personajes de la política internacional, muchos de ellos de lengua no española, por lo que se han desarrollado en inglés y en alguna ocasión en francés, lo que nos da ya una primera ventaja: no transcribimos sino que hacemos una versión de lo que nos dijeron, con la seguridad de que todo va a quedar más claro, pero ateniéndonos a la veracidad de que hemos entendido.
El entrevistador se ha preparado, ha estudiado al personaje, ha hablado con gente que le conoce, por lo común periodistas del país de que se trate, y llega con un plan, una lista de preguntas que considera vital formular. Pero lo primero es presentar cartas credenciales. El entrevistado, casi siempre un jefe de Estado o distinguido mandatario, puede pensar que menudo tostón le aguarda, 45 o más minutos de conversación con alguien a quien no volverá a ver en su vida, y que regresará a su país tan aleve de conocimientos como cuando llegó. Pero ese primer momento debería dejar claro que no va a perder el tiempo, que uno ha hecho los deberes, como cuando le pregunté a Simon Peres cuál era el último libro —en francés— que tenía en la mesilla de noche o a Rajiv Gandhi si guardaba todavía el osito de peluche (Biswas) al que de niño dormía abrazado en el exclusivo internado de las estribaciones del Himalaya. Es como una ganzúa para abrir una caja de caudales, pero que no necesariamente debe publicarse como tal, aunque habrá entrevistadores que sostendrán que es mejor no revelar qué sabemos para pillar desprevenido al estadista. Establecidas, entonces, las reglas y dimensiones del campo de juego, llegamos a la ilación de las preguntas.
Empezar de una u otra manera implica un orden de cuestiones diferente. Y en nuestro plan de acción debe haber siempre varios recorridos posibles, con lógicas narrativas también distintas, de forma que las respuestas indicarán cuál de esas trayectorias es la más adecuada. Aún más, si de las respuestas no se deduce alterar el recorrido para repreguntar o reinventar tout court el interrogatorio, es probable que la entrevista vaya a ser menos interesante de lo que habíamos barruntado. Y es primordial entender que más que preguntas formulamos estímulos para obtener respuestas. Tengamos presente que el sujeto contesta lo que quiere y cuando quiere, lo que implica que a la pregunta X podrá contestar en parte cuando esta se formule, pero que la continuación puede aparecer en cualquier momento posterior del encuentro. Y eso significa que en los 45 minutos de grabación —siempre hay que grabar como precaución— están ocultas no ya una sino varias entrevistas relativamente distintas entre sí, que el periodista deberá descubrir, como espeleólogo en la cueva, y pienso que se deduce de lo anterior que no tenemos tampoco que publicar las preguntas tal como las formulamos, sino como mejor se adapten a las respuestas que hemos recompuesto de ese bloque sonoro que es la grabación. Son funcionales, lo más cortas posible, sin los “piensa usted” y otros latiguillos manifiestamente prescindibles. El que ha de lucirse es el entrevistado, no el entrevistador. Ni diálogo, ni pugilato: acolchado interrogatorio.
La entrevista es, pues, un viaje, como las road-movie del cine norteamericano, en la que por el camino ocurren tantas cosas que pueden hacer aconsejable plantearnos otra meta e incluso que el recorrido es la verdadera meta de nuestro trabajo. Por ello, las entrevistas no se acaban, sino que las acabamos, dejando para el final aquellos temas más espinosos que formulados antes de tiempo podrían gafar toda la operación. A eso le llamo yo abrochar el texto con alguna clase de prospectiva, de lo próximo e inmediato, planes, sucesos, futuros planteamientos.
Y hasta aquí tan solo un primer acercamiento al subgénero entrevista, dejando para el capítulo siguiente formatos —temática, de escenario, y virtual— su utilidad, enfoque y tanto más cuanto se me haya quedado por el camino en este itinerario.
08-11-2015