Soñar que alguien vendrá con una varita mágica a resolver los problemas
de nosotros los venezolanos es de una ingenuidad de dimensión
astronómica o simplemente no querer despertar ante lo que es evidente:
Un país no logra su desarrollo si sus ciudadanos carecen de formación en
valores, esto incluye a sus líderes políticos. La transformación social
dependerá de procesos educativos muy complejos que en nuestra
revolución deberían estar dirigidos a derrumbar los muros de la
ignorancia y de lo inhumano, a abrir las cárceles mentales a los
ingenuos y curar a los alienados; solo de esta manera podrían ir
formándose ciudadanos ilustrados, críticos, honestos, humanistas y
solidarios, que no es otra cosa que el paradigma socialista. Como es de
entenderse, estas propuestas de paladines como Fidel, Chávez, Lula, Evo,
Kirchner, evidentemente chocan con el modelo de sociedad merlineana y
onanista, envuelta en fantasías a lo Walt Disney que la mayoría de los
venezolanos queremos dejar atrás, un modelo social instaurado desde los
años 60 por poderes políticos y económicos imperiales en complicidad con
las redes internacionales de comunicación y los blancos criollos,
residuos patéticos del período colonial.
Acerca de diversas dificultades con las que tropiezan los planes
educativos revolucionarios, la primera de ellas sería el factor político
opositor cuyo accionar está totalmente vacío de ideas, a no ser el
pensamiento dogmático más primitivo, con cruzadas de eliminación
aquellos que piensan diferente, estafando desde sus comercios e
insuflando las guarimbas como expresión desvergonzada de sus
frustraciones e impotencia en el ejercicio político. Del otro lado, vale
la pena detenerse un instante en el tema de la Educación. Chávez soñó
como Paulo Freire o inspirado en él, en una educación liberadora y por
eso decide crear las nuevas escuelas y las nuevas universidades. Bien,
ese sueño debemos retomarlo para iniciar en este momento una revolución
dentro de la educación venezolana, incluida la bolivariana, o nunca
seremos libres.
Hoy vemos por ejemplo a muchos egresados de la UNEFA o de la BOLIVARIANA
sosteniendo los mismos resabios, pensamientos y conductas de los
egresados de las universidades tradicionales al servicio del Imperio.
Los productos de las universidades tradicionales, como suelen llamar a
sus egresados son, en número bien importante y con valiosas excepciones,
seres altamente capacitados para resolver paquetes tecnológicos de las
transnacionales pero al mismo tiempo adolecen de iniciativas que los
lleven a desarrollar una ciencia y tecnología al servicio de la Patria.
Son por lo general individualistas, acríticos, materialistas,
egocéntricos, narcisistas, xenófobos y mayameros, que pronto olvidan sus
orígenes muchas veces humildes para despotricar de los pata en el
suelo, sus hermanos de cuna, sintiéndose ya miembros de la alta
burguesía y prospectos de eficientes saqueadores del pueblo. ¡
Patético resultado! Por supuesto, han estado durante cinco a ocho años
en manos de profesores que a su vez portan las terribles carencias
humanas y de conciencia política de universidades que lamentablemente se
estancaron en el tiempo. Otro hecho: Los programas de estudio en liceos
y universidades del país, excepcionalmente incluyen componentes
curriculares vinculados con Historia Patria latinoamericana, Economía
Social, Filosofía, lectura crítica de textos y mucho menos materias que
tengan que ver con Políticaal respecto es conocida la lapidaria e
hipócrita consigna: en esta institución está prohibido hablar de
política.
Veamos esto escuelas en donde el acto más importante del año es la
coronación de una reina o universidades cuyo evento de mayor
trascendencia es la cervezada, nos coloca a todos ante el dedo que nos
acusa de ser alcahuetes de una educación fracasada; la vergüenza ha de
caer inclemente sobre nuestras conciencias. No callemos, denunciemos!!!
Es por estas razones y muchas más, que los cambios en nuestro país solo
se lograrán tras un esfuerzo monumental que convoque en primer lugar a
quienes estamos convencidos de la urgencia de que estos se lleven a
cabo. Si la mayoría de los venezolanos creemos en ello, tendremos
entonces ganada la primera batalla pero no la guerra, lo que
evidentemente significará que vendrán largos años de confrontación con
dos poderosos enemigos: el poder político económico de las
transnacionales con sus franquicias venezolanas, y el peor de todos, el
analfabetismo político generador de catervas de alienados. Mientras
tanto, tenemos una buena tarea: los adultos estamos obligados a ayudar
desde nuestro trabajo honesto a la construcción de un nuevo país.
Ello demanda el despojarnos del antivalor del egoísmo y la
discriminación. Recordemos, El Mago Merlín no existe! Si queremos saber
si estamos preparados para entrar en ese combate, vale la pena
preguntarnos si nuestra conducta ciudadana puede servir de ejemplo a las
nuevas generaciones. Si la respuesta es negativa, es buena señal,
quiere decir que ha funcionado la autocrítica y hasta podría llegar a
suceder que dejemos de pensar en baritas mágicas! alcidesrivas@gmail.com
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