jueves, 22 de septiembre de 2011
"Primeros pasos del periodismo en el Táchira"
En
el mundo de la comunicación, especialmente en el del periodismo,
siempre hay tensiones en el aire basados en los siguientes
cuestionamientos y en algunos otros. ¿Quiénes son mejores? ¿Los que han
estudiado periodismo o los que lo aprendieron por la experiencia?
¿Quiénes deben trabajar en los medios? ¿Quiénes tienen un mayor
criterio? O ¿Quiénes generan más opinión? La respuesta no la sé. Pero
puedo hablar de ciertas reflexiones relacionadas con el tema.
Es
cierto que el desafío es grande. No es fácil competir en un medio en
donde no se exige una profesión. Ésta se reconoce como un oficio que es
derecho de todos los ciudadanos según la Constitución Política de
Colombia. Pero ese hecho también es un desafío. Es un desafío para todos
los que la estudiamos de demostrar que esos años dentro de una
universidad sirvieron de algo. Que no es sólo un título, sino que es un
conjunto de responsabilidades no sólo hacia nosotros mismos sino hacia
la sociedad.
Es
cierto, no les diré mentiras, para ser periodista no se necesita haber
estudiado en alguna universidad o colegio que enseñen las teorías de la
comunicación, los principios básicos de los medios o las formas de
redacción. Todos esos conocimientos se pueden ir aprendiendo dentro del
mismo campo laboral. Hay que entender que éste “oficio” es más de pasión
y talento que de aplicación.
“Yo soy periodista, pero no sé nada de periodismo”
de autoría de Leila Guerrero que escribe dentro del Malpensante. Tengo
que decir que es una de las frases más acertadas que he leído teniendo
en cuenta que muy pocos saben realmente qué es el periodismo en su
totalidad o cuáles son todos sus fundamentos. Ese montón de reglas que
uno se termina aprendiendo de memoria, cómo hacer esto o lo otro, sólo
sirven para crear un criterio sobre los medios masivos. Terminas
diciéndote a ti mismo, se equivocaron con eso, o tal vez debieron haber
hecho aquello. La verdad es que a la hora de escribir esos estilos o
tendencias que aprendiste sólo se quedan en eso. Pues cada uno termina
elaborando su propio estilo a la hora de elaborar sus textos. Por
ejemplo Leila que admite nunca haber estudiado nada al respecto “…no pisé jamás un instituto, escuela, taller, curso, seminario o postgrado que tenga que ver con el tema…”. Y, personalmente, pienso que su estilo es fantástico.
“…En
todo caso, una cosa sí sé, y es que la universidad no salva a ningún
periodista del peor de los pecados: cometer textos aburridos, monótonos,
sin climas ni matices, limitarse a ser un periodista preciso y serio…”
Es cierto lo que afirma Guerrero, puesto que todos somos humanos que
simplemente estamos (lamentablemente) ejerciendo un oficio. Algo que
debo admitir que me llena de tristeza. Pero debo decir que la
universidad sí nos da los fundamentos, entender el por qué estamos
haciendo esto y sobretodo entender que las palabras son un poder y una
responsabilidad social grande. Nos educan y nos enseñan sobre lo qué no
se debe hacer y sobre esos errores de los que habla Leila Guerreo. Lo
importante es que nosotros lo entendamos. Cada uno de los periodistas.
El conocimiento siempre está allí, sólo hay que buscarlo y no sólo
aprenderlo sino comprenderlo. Como verán no estoy diciendo cuál
periodista es mejor. Lo que sí puedo decir es que el aprendizaje se da
de diferentes formas, lo importante es saber qué hacer con eso. Ya sea
por medio de una universidad o por medio de la experiencia. La
responsabilidad que tienen absolutamente todos los periodistas empíricos
o profesionales es ofrecerle a su audiencia, información que los haga
ciudadanos activos y partícipes de la sociedad.
Otro
tema que está en el aire que también es mentira, es que los
periodistas informan bajo su criterio propio. No es algo que la gente no
sepa. Todo el mundo sabe que los medios audiovisuales se tomaron la
información como un producto comercial. Los mismos dueños de estos
canales de comunicación son empresarios y no periodistas. ¿Qué clase de
criterio se le puede exigir a una persona dedicada a los negocios? Pues
precisamente que la información venda más no eduque. Entonces qué se
considera mala noticia. “Las malas noticias empiezan a la hora de
revisar las ventas” afirma Leila. Y está en lo cierto.
Ahora
los medios impresos, la prensa escrita han sufrido al respecto. ¿Por
qué ahora hay tanto espacio dedicado a las fotos y no al texto? Porque a
la gente ya no le gusta leer. ¿Por qué seguimos mal acostumbrando a
nuestros lectores? Es la hora de que empiecen a despertarse, no dejar
que los medios piensen en nosotros como personas pasivas, sino que le
metan conocimiento a las noticias, a las crónicas o reportajes. Hablando
no sólo como periodista sino como ciudadana me gustaría ver más
elaboración dentro de lo que veo, escucho o leo.
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