PARTERAS
María del Carmen Ramírez de Villarreal, nació un cuatro de junio de mil novecientos veintiséis. Hoy vive en lo más alto de La Mucuy merideña, dentro de las puertas del gran parque Sierra Nevada.
Tuvo dieciocho hijos, solo le quedaron diez, los demás murieron aun siendo chiquitos, algunos venían en partos malos y nacían casi en su último aliento.
En partos malogrados –recuerda- perdí algunos de mis hijos, -prosigue- esto es porque las mujeres trabajan mucho y acá en las montañas los trabajos son muy duros, entonces pueden fallecer los bebes, eso sí, todos los quedados partieron bautizados, buscaban a Mama y ella les ponía el Agua Bendita, menos a uno, que lo perdí de cinco meses.
Explica que su Mama se llamo Olimpia Ramírez y le enseño a ser partera, a todos los que trajo al mundo le dicen señora, doña, abuela o nonita, nunca le señalan como la partera. Aun los ve, los recuerda, anda pendiente de tanto de sus muchachos, les dice: ¡a usted le corte el ombligo!
Cuando una mujer lleva la mitad de su embarazo debe mandarse a sobar, así le acomodan el muchacho, algunas lo tienen muy abajo y atravesado, por medio de las sobas les tantean la barriga y se acomoda.
Se soba con aceite de comer ligado con alcanfor, así les mata el hielo, algunas tienen mucho frio y si este no es eliminado el niño nacerá enfermo, puede hasta picarle el mal de los Siete Días, donde se les ponen las uñitas, cara y los labios moraditos hasta que fallecen.
Recuerda que algunas mujeres llegaron en muy malas condiciones y todo parecía que no aguantarían hasta el parto, pero ninguna de las que sobe, perdió su crio. Todos los partos que asistio eran normales, nada de cesáreas.
Cada uno debía nacer en su casa, eso era sagrado, venían y la buscaban, todas eran atendidas por cinco días hasta que tumbaban el ombligo, este se les amarraba y quemaba solo la puntica con la débil flama de una vela. Algunos sufrían del ombligo y se les inflama.
Antes de parir debían tomar bebedizos de manzanilla para que los muchachos aflojaran, cuando una mujer tenía mucho frio podía darle un pasmón y casi se volvía loca, pues le picaba mucho el cuerpo, entonces se hervía miche con ruda mas todas las ramas calientes, albahaca, romero y se hacia un ungüento de manteca de vaca, cuando el cebo estaba burbujeando se cocinaban las ramas y se sacaba la grasa.
Con este ungüento se hacían las sobas, también le colocaba eneldo, perejil, geranio y otras ramas, que ya con el pasar de tantos años duros, es justo que se olvidaran.
Miguel Jaimes
27 de octubre de 2010
Hasta mas pronto...
Miguel A. Jaimes N.
@migueljaimes2
No hay comentarios:
Publicar un comentario