sábado, 5 de abril de 2014

Clases de Periodismo: Cómo ser un escritor mediocre



¿Odias a Paulo Coelho pero tienes miedo de escribir como él? No te preocupes. El miedo al fracaso es inherente a la raza humana. Pero solo es eso: miedo. Para disminuir las posibilidades de que termines escribiendo best sellers, novelas para adolescentes, o libros de auto-ayuda, debes entender que el proceso creativo es sumamente individual y subjetivo, y que ni siquiera las supuestas “autoridades” del mundo literario pueden juzgar o evaluar tu trabajo. El arte escapa a toda medición y a toda clasificación. Los supuestos periodos, escuelas, corrientes y estilos literarios que enseñan los profesores en las escuelas y en las universidades son solo artificios. Muchos autores que han pasado a la historia como “los grandes” ni siquiera existieron como tal: Sócrates, Homero y Shakespeare solo son nombres artísticos, no personas de carne y hueso como nosotros (1). Por eso, más allá de idealizar obras y escritores (como buen lector romántico), debes enfocarte en el desarrollo de tu proceso creativo y de tu propia obra. He aquí, algunas reflexiones personales sobre qué hacer para convertirte en un escritor mediocre.
1. Lee más de lo que escribes. “Escritor” es quien escribe. “Lector”, quien lee. Muchos creadores olvidan esta ecuación obvia, e histerizados, devoran bibliotecas enteras tratando de encontrar la idea, la frase o el epígrafe que les permita seguir adelante con su proceso creativo. Algunos de ellos, terminan siendo excelentes antologadores. Pero solo eso. No logran ni expresar su propia voz, ni sus propias ideas. Algunos otros, los menos, logran crear híbridos interesantes, pero que remiten a sus textos base. Este tipo de escritores son a quienes ensalzan los críticos de la academia. Ven en sus textos múltiples “interconexiones” e “intertextualidades”, y se fascinan con la idea ficticia de que la tradición literaria perdura hasta nuestros días.
2. Da a leer tus textos a tus amigos. Todo creador es humano, por lo tanto, narcisista. Si escribes buscando la aprobación de los demás, deja de hacerlo. Si lo que escribes no les gusta a tus lectores, seguramente, lo desecharás. Y viceversa. (Exceptuando aquellos casos en los que, de manera perversa, en lugar de aprobación, busques escarnio.) A pesar de que los primeros lectores de un escritor novato son los miembros de su familia, su pareja o sus amigos, no es recomendable que ellos sean los lectores base de alguien que pretende convertirse en “un profesional” de las letras.
3. Da a leer tus textos a otros escritores. El ser humano es narcisista. Los creadores artísticos aún más. Si das a leer tus textos a otro escritor, puedes enfrentar tres escenarios: 1) una aprobación fortuita (originada porque el creador se vio reflejado, o vio reflejado sus valores estéticos, en tu obra), 2) una desaprobación monumental (el típico caso de “tira tu texto a la basura”) o, 3) el peor desenlace: que el creador pretenda (y logre) colocar temas, valores o ideas de su universo en tu obra. Ten mucho cuidado. “Ningún poeta soporta las rimas de otro poeta”, sentenció el mexicano Francisco Gabilondo Soler “Cri-crí”, y tenía razón. A veces, por desavenencias creativas, muchas amistades entre escritores terminan, incluso, a golpes.
4. Matricúlate en talleres literarios, facultades de letras o escuelas de escritores. La mediocridad también puede certificarse. De acuerdo a tu producción textual, y a tus posibilidades económicas, puedes elegir entre diferentes tipos de espacios académicos: un taller literario que te permita ser “el mejor tallerista” de la ciudad; una facultad de letras que te dé el título de “redactor”, “analista textual” o “escribano”; o una escuelita que te certifique como “escritor”, aunque, en el fondo, lo que termines produciendo sea nefasto. Existen historias conmovedoras de “grandes escritores” que emergieron de las aguas pantanosas de instituciones parecidas, pero, en el fondo, lo que les permitió convertirse en “grandes” fue el desarrollo de su proceso creativo, no las instituciones por las que transitaron. En teoría, las instituciones que se ocupan del trabajo literario deberían ser las encargadas de instruir en el uso estético del lenguaje a las nuevas generaciones. No lo hacen. Por el contrario, llenan la mente de sus pasantes con datos y datos inútiles, y con teoría y más teoría. Existe un desperdicio anímico e intelectual de proporciones enormes. La tan mentada “construcción del conocimiento” que estas instituciones garantizan solo queda en el discurso. Adquirirás una serie impresionante de datos sobre la literatura y sus autores, pero no aprenderás a ser uno de ellos. Observarás, desde múltiples puntos de vista, cómo se elaboran los textos, de acuerdo a diversos formatos, géneros y estilos, pero no podrás construir uno propio. Aplicarás los procedimientos teóricos del formalismo, estructuralismo, hermenéutica y semiótica, pero no lograrás crear un texto artístico. Compartirás tus escritos con compañeros y profesores (en el mejor de los casos, lectores capaces, críticos y analíticos) pero, a no ser que ellos también sean escritores, no te llevará a nada. Ten cuidado. A no ser que necesites para tu vida profesional o académica alguno de los títulos que dichas instituciones otorgan, mantente alejado de ellas.
5. Trata de imitar a “los grandes”. Tarde o temprano te encontrarás con “los grandes”: hombres y mujeres que han pasado a la historia por sus textos, por la recepción de sus textos, y por el juicio histórico que se ha hecho respecto a sus textos y a sus recepciones. Recuerda que entre esos “grandes” hay escritores que, en su época, fueron denigrados, perseguidos, censurados, atacados, oprimidos y menospreciados. Es decir, no tuvieron el éxito personal, social y moral que tienen ahora. Los escritores novatos, deslumbrados por los textos de “los grandes”, tratan con frecuencia de imitar sus temas y sus estilos. No lo hagas. Antes de ti, ya hubo cientos de lectores que, deslumbrados también, intentaron imitarlos. Si imitas, vivirás bajo la sombra de un autor que ni siquiera conociste en persona. Mejor, busca tu propia voz, construye tu propio estilo. Para hacerlo, debes conectarte de manera emocional contigo mismo, desarrollar tu consciencia personal, perseguir tus obsesiones, aceptarte más allá de tu rol de lector y de escritor, y descubrirte como un animal: un ser viviente de carne, hueso, piel y vísceras. Tarde o temprano, los textos que broten de tus manos reflejarán lo que tú eres y no lo que tú pretendes ser, no solo como escritor sino como persona humana.
6. Paga por publicar tus textos. Vivimos en un mundo en el que el capitalismo domina e impera. La literatura y la obra de arte se han convertido en mercancías. Para todo hay mercado, incluso para tus textos. Pagar por publicar un libro es una moda entre escritores mediocres: obtienen una beca o un financiamiento, y con el dinero, mandan a publicar dos o tres libros llenos de textos mediocres, como ellos. Las editoriales, en especial, aquellas que gozan de “prestigio” o de “renombre”, les organizan presentaciones, conferencias, charlas, mesas redondas, exposiciones, simposios, y un largo etcétera. El objetivo de dichas actividades no es artístico sino comercial: a mayor público cautivo, mayor la probabilidad de vender libros. La opresión de lo artístico es tal que algunos escritores “profesionales” que han surgido o han formado parte de este sistema se han negado a seguir participando en él, cancelando presentaciones de libros, participaciones en ferias, e incluso, poniendo punto final a las historias que los encumbraron en la pirámide comercial.
Tras realizar estas pequeñas reflexiones, no me queda más que desearte éxito en el camino que emprendes o ya has emprendido. No garantizo resultados de ninguna índole. Las palabras que he vertido en este texto son meramente subjetivas. Si ya eres un escritor “profesional” que cumple con alguno de los puntos enunciados, una de dos: o tienes muy buenos amigos (geniales lectores, gente honesta, personas con las que compartes auténticamente un proceso de crecimiento), o tus amigos te han estado engañando desde hace cierto tiempo. Recuerda que todo juicio estético pasa por un juicio ético y por un juicio político. ¡Y hay tantos políticos en las calles!
(1) Respecto a la naturaleza ficticia de dichos escritores pueden consultarse los artículos “Socratic problem”, “Homer as the manifestation of an oral tradition” y “Shakespeare authorship question” en Wikipedia English.

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