La BBC afirma que ‘es su responsabilidad basar la información en pruebas sólidas… presentarlas en lenguaje claro y preciso… y ser honestos y sinceros acerca de lo que no conocemos…’. Algo similar dicen CNN, EFE, El País, El Mercurio, el New York Times... En realidad, todos.
Mirando la marea ir y volver (como cantaba Otis Redding), sólo he visto dos maneras de informar: la que obstruye el pensamiento con matrices de opinión y la que enfrenta eso. Es una batalla con tres tipos de soldados:
- Los que pasivamente están al servicio de sus patrones (la mayoría);
- Los que sin abandonar su deber de informar son militantes de conciencia… y
- Los matones bajo contrato.
Los primeros son unos infelices, los últimos, claramente unos forajidos.
De ambos están llenos los medios de comunicación que mencionamos. Desarrollan -sin vergüenza- el periodismo de la mentira, ayudando a convertir a esos medios en un poder ‘Más allá de los Estados’. En un arma de destrucción masiva manejada desde centros específicos. Son un ejército uniformado de cuellos blancos, al servicio de intereses bastardos. Tan bastardos y criminales (¿ Remember Otto Neustadtl o a Luis Alfonso Fernandez ?), como los ejércitos de terroristas creados por las potencias.
La cartelización de las empresas multinacionales de la información, apoyados en esos periodistas, las convirtió en actores fundamentales de una política sin rostro, sin nacionalidad, sin ética. Logran que los necios y los de espíritu sencillo se mantengan flotando en la superficie del mar esencial. Los creativos e intelectuales, de prestigios promovidos con ese fin, se encargan de hacer innecesaria la profundidad…
Los del periodismo defensivo bucean con precariedad. Acogotados en desmontar la trayectoria perversa de los misiles lanzados por los periodistas de la agresión, tienen poca oportunidad para el periodismo crítico, de investigación. Hablo de lo que pregonaba Wilhelm Reich: ‘Ningún movimiento libertario tiene probabilidades de éxito a menos de oponerse, con veracidad, claridad y vigor, a la plaga emocional organizada…’.
- Los que sin abandonar su deber de informar son militantes de conciencia… y
- Los matones bajo contrato.
Los primeros son unos infelices, los últimos, claramente unos forajidos.
De ambos están llenos los medios de comunicación que mencionamos. Desarrollan -sin vergüenza- el periodismo de la mentira, ayudando a convertir a esos medios en un poder ‘Más allá de los Estados’. En un arma de destrucción masiva manejada desde centros específicos. Son un ejército uniformado de cuellos blancos, al servicio de intereses bastardos. Tan bastardos y criminales (¿ Remember Otto Neustadtl o a Luis Alfonso Fernandez ?), como los ejércitos de terroristas creados por las potencias.
La cartelización de las empresas multinacionales de la información, apoyados en esos periodistas, las convirtió en actores fundamentales de una política sin rostro, sin nacionalidad, sin ética. Logran que los necios y los de espíritu sencillo se mantengan flotando en la superficie del mar esencial. Los creativos e intelectuales, de prestigios promovidos con ese fin, se encargan de hacer innecesaria la profundidad…
Los del periodismo defensivo bucean con precariedad. Acogotados en desmontar la trayectoria perversa de los misiles lanzados por los periodistas de la agresión, tienen poca oportunidad para el periodismo crítico, de investigación. Hablo de lo que pregonaba Wilhelm Reich: ‘Ningún movimiento libertario tiene probabilidades de éxito a menos de oponerse, con veracidad, claridad y vigor, a la plaga emocional organizada…’.
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