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[ Diría la cuña de TV: “Pasa en TNT, pasa en la vida real…”, y yo
digo: ‘pasa en Colombia… pero con ínfimas diferencias, pasa igualmente
en nuestra patria Venezuela. (M. R. A.) ]
Se preguntan los
estudiosos del régimen capitalista por qué el pueblo sigue sosteniendo
con su voto y comportamiento un régimen tan salvaje e inhumano, tan
mentiroso, corrupto, narcotraficante y asesino. Es más: ¿ Por qué el
pueblo se empecina en votar por los mismos ? o incluso, ¿ por qué toma
la decisión de colocarse de espaldas a la realidad, con la ya célebre
frase: “No voto ni por unos ni por otros, -..todos son lo mismo”. (?)
¿ Cuál presidente de la república, senador de derecha o funcionario
público no es criticado, despellejado, en cafetines, esquinas, parques,
tabernas o circos ? Diríase que todos, absolutamente todos. Sin embargo,
llegan las elecciones y va el pueblo mansamente -como idiotizado- a
votar por los mismos casi como una “obligación” maquinal.
Antes, la corrupción era manejada secretamente. Hoy, es vox populi. Los
mismos electores lo saben y sin embargo, van y votan por esas pirañas, a
sabiendas que no le van a cumplir y que por el contrario, ellos se va a
volver más oligarcas y el pueblo más pobre. “Estoy de acuerdo que
roben, pero que hagan algo…”, es el decir del pueblo resignado.
¿ Por qué esa forma de pensar y de actuar el pueblo ? Qué interrogante
más complejo, sobre todo si se tiene en cuenta que el pueblo tiene la
solución en sus manos. No es pendejo, ni tarado, ni bruto, ni imbécil. ¿
Cuál es la causa, o son las causas ?
Seguramente habrá muchas
hipótesis y tesis sobre el tema que mediante estudio riguroso nos podría
arrojar luces para interpretar correctamente el fenómeno, sobre todo si
tenemos en cuenta que el pueblo tampoco es masoquista.
Ancízar
Cadavid Restrepo, articulista del periódico “Desde Abajo”, da cuatro
elementos supremamente interesantes, que ciertamente arrojan luces sobre
dicho comportamiento del pueblo. Según Restrepo el poder hegemónico
tiene como sostén cuatro soportes: Los medios de comunicación, el
aparato de represión armada, las religiones formales y la escuela
domesticadora…(!)
De acuerdo con esta pista, una primera
conclusión es que el pueblo no piensa, ni actúa así porque quiera y
autónomamente decida esta forma de pensar y de actuar. Lo hace
inconscientemente o quizás presionado, dominado, ya no por cadenas de
hierro, sino por otras… las “invisibles”, más duras y dominantes.
Esos poderosos y criminales aparatos tienen dominado al pueblo. No lo
deja ser libre, mucho menos pensar por sí mismo, es decir, tener un
pensamiento crítico y creativo. Le imponen a la fuerza la ideología
dominante como bien lo dijera Carlos Marx.
Por eso, fenómenos
como el analfabetismo político, que se expresa en el repudio permanente
del pueblo a las medidas económicas que toma el régimen, a la
proliferación de la pobreza, la corrupción, el narcotráfico, el
desempleo, el terrorismo de Estado y la explotación del hombre por el
hombre. Sin embargo, una vez llega las elecciones van y votan por los
responsables directos de todo ese conjunto de injusticias sociales.
Quizás no sabe el pueblo que el hambre, la violencia, la explotación,
etc., son productos de decisiones políticas.
Si en el siglo XX
se dijo que la religión era el opio del pueblo, en el siglo XXI hay que
decir que el Valium son los medios de comunicación. Nos dominan de una
forma sutil pero bastante efectiva.
Y, los que no son
totalmente atontados por este aparato, son víctimas del pensum
académico, y en últimas, del aparato represivo.
Esto nos puede
llevar a una segunda conclusión: La complejidad de la lucha de clases.
No es un juego. Es una lucha a muerte que exige cada vez más unidad,
conciencia de clase, organización y acción por parte del pueblo, que
comienza a luchar por romper esa maraña de que se vale la oligarquía
para seguir ilegalmente en el poder. Nos anima una gran certeza
histórica: Las cadenas son efímeras y los pueblos eternos. Más crímenes
cometió el imperio romano, y, sin embargo, finalmente fue derrotado.
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