Ahora que se está muriendo, ¿puedo decir: «Aquí es donde vive»?
Si alguien me pregunta: «¿Dónde vive?», ¿puedo contestar: «Bueno, no es exactamente que esté viviendo, se está muriendo»?
Si alguien me pregunta: «¿Dónde vive?», ¿digo «Vive en Vernon Hall», o debería decir: «Se está muriendo en Vernon Hall»?
Cuando esté muerto, podré decir, en pasado, «Vivió en Vernon Hall». También podré decir: «Murió en Vernon Hall.»
Cuando
esté muerto, todo lo que le afecte estará en pasado. Aunque la frase
«Está muerto» estará en presente, así como preguntas del tipo: «¿Dónde
lo han llevado?» o «¿Dónde está ahora?»
Pero
entonces no sabré si palabras como él y otros pronombres personales de
la tercera persona son correctos en presente. Si él, una vez que esté
muerto, seguirá siendo «él», y por cuánto tiempo.
Quizá
la gente diga «el cadáver» y le llame «eso». Yo seré incapaz de decir
«el cadáver» para referirme a él, porque para mí sigue siendo algo a lo
que no podemos llamar «el cadáver».
Quizá
la gente diga «su cadáver», pero tampoco me parece bien. No es «su»
cadáver porque ya no es suyo, una vez que ya no tiene fuerza ni
capacidad para poseer nada. No sé si existe un «él», aunque la gente
diga: «Está muerto.» Parece correcto, sin embargo, decirlo. Quizá sea la
última vez que él aún sea «él» en presente. O quizá no sea la última
vez, puesto que diré: «Yace en su ataúd.» No diré, ni lo dirá nadie:
«Ahí yace eso en su ataúd.»
Seguiré
diciendo «mi padre» para referirme a él, después de su muerte, pero ¿lo
diré sólo en pasado? ¿Lo diré también en presente?
Lo
pondrán en una caja, no en un ataúd. Cuando esté en la caja, ¿diré «Lo
que está en la caja es mi padre» o «Lo que está en la caja era mi
padre»? ¿O diré «Eso que hay en la caja era mi padre»?
Seguiré
diciendo «mi padre», pero quizá siga diciéndolo sólo mientras se
parezca a mi padre, por lo menos aproximadamente. Luego, cuando se
convierta en cenizas, ¿señalaré a las cenizas y diré: «Eso es mi padre» o
«Esas cenizas fueron mi padre?» O «Esas cenizas son lo que fue mi
padre?».
Cuando
más tarde visite el cementerio, ¿diré: «Ahí está enterrado mi padre» o
«Las cenizas de mi padre están enterradas ahí»? Pero las cenizas no
pertenecen a mi padre, no son propiedad de mi padre. Serán «las cenizas
que fueron mi padre».
En
la oración «él se está muriendo», las palabras él se está más el
gerundio sugieren que él participa activamente en algo. Pero él no se
está muriendo activamente. Lo único que sigue haciendo activamente es
respirar. Parece como si se concentrara en respirar, porque en respirar
pone todo su empeño, arrugando un poco la frente. Se empeña en respirar,
aunque seguramente no le quepa otra elección. A veces, por un instante,
el pliegue entre ceja y ceja se hace más hondo, como si le doliera
algo, o como si se esforzara más en concentrarse. Aunque pienso que
arruga la frente por algún dolor interno o por algún otro cambio,
parece, sin embargo, que se sintiera perplejo, o a disgusto, como si
hubiera descubierto algo reprobable. He visto muchas veces en mi vida
esa expresión, aunque jamás combinada con esos ojos entrecerrados y esa
boca abierta.
«Se
está muriendo» sugiere más actividad que «No le falta mucho para ser un
cadáver». Quizá se deba a la palabra ser: podemos «ser» algo lo
elijamos o no. Le guste o no, pronto «tendrá que ser» un cadáver. Ya no
come.
«Ya
no come» también sugiere actividad. Pero no depende de su elección. No
es consciente de que no come. No es consciente de nada. Pero «no come»
parece más correcto para referirse a él que «se está muriendo», por la
negación. «No come» parece más correcto en este momento porque es como
si él todavía rechazara algo y por eso arrugara la frente.
LYDIA DAVIS (Northampton, Massachussets, 1947)
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