Ajedrez fatal
Por: Roberto Hernández Montoya Fecha de publicación: 08/10/09
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mándaselo atus panas
Mi gato Ron no sabe que es un gato. No sé qué se cree, si gente, si perro. En todo caso el sicólogo de gatos que lo estudie tiene que examinar el síntoma muy gato de no saber los límites de sus derechos. Todo lo quiere y lo exige airado, con petulancia y sin discusión posible.
Por eso ha estado diseñando un ajedrez muy personal, bueno, muy gato, muy Ron, muy sencillo. En lugar de su rey, usa una pieza nueva llamada Gato con Botas, que puede moverse a cualquier escaque que le dé la gana, capturar cualquier pieza, incluso el rey contrario y hasta sus piezas propias, a su solo juicio. No hay alternancia en las jugadas, pues él puede realizar varias seguidas, sin esperar que el adversario juegue y no se la pueden comer. Eso le asegura ganar siempre, puesto que no sabe perder ni sabe ganar.
Un día aciago Ron se montó en mi cama y, como le desazonaba mi computadora portátil, la barrió de un manotón y la tiró al piso. Descubrí entonces que es un gato de oposición, golpista y terrorista.
Pues así se comporta la oposición golpista y terrorista. No hay derecho que no tenga ni límite posible y no tiene deberes. Alguien tiene una emisora sin concesión y si el Estado se la requiere, grita que si la libertad de expresión, que si el derecho a la propiedad. Ha erigido esas garantías constitucionales a principios absolutos aun por encima de la vida. En buen derecho, la vida debe primar sobre todas las demás garantías, pues después de muerto no se puede gozar. Ante el vencimiento de concesiones, los estudiantes nalgas blancas se arrogan el derecho de incendiar la ciudad, como amenazó uno de los más gafos. Algunos medios son, pues, inmunes e inimputables. Mira a Berlusconi.
Hay varios presos por el delicado crimen de asesinato y la oposición brama que son presos políticos. Una persona es un preso político a causa solo de su elección política, como en Honduras, por poner un caso elegido al azar. En Venezuela habría entonces una multitud de presos, empezando por muchos conductores de programas radio y televisión. Estos no son presos políticos porque cometieron peculado y asesinatos a mansalva. Mi gato está furioso porque encontró un límite lógico a su avilantez: no puede pelar el rabo porque siempre anda desnudo
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